martes, 4 de marzo de 2008

La postmodernidad


Los líderes ideológicos

¿Quién puede negar que la sociedad postmoderna está manejada en su totalidad por los medios de comunicación?
En una sociedad como la nuestra, la mayoría de las personas suelen mantenerse informados acerca de los que pasa en todo el mundo las veinticuatro horas del día. Hacen esto a través de la televisión, Internet, radio o celulares, en fin, a través de diferentes medios de comunicación. Analicemos ahora la clase de información que los medios nos brindan.
La información se nos brinda de una manera rápida, de corta duración, podríamos decir que es una información efímera. Bien llamados están los “flashes informativos”, que suceden en los cortes de programas de televisión o radiales. Vemos en ciertas ocasiones que una primera información afirma cierto hecho y que una segunda modifica lo dicho anteriormente porque la fuente de “información” no se había expresado de manera correcta o en su totalidad. Vemos a veces que distintos medios de comunicación brindan diferentes informaciones que llegan incluso a contradecirse entre ellas. Pensemos entonces que es lo importante para estos medios ¿Realmente informar a las personas para que estas puedan reflexionar sobre los hechos sucedidos brindándoles un análisis correcto y profundo sobre el tema, o simplemente mostrar “pantallazos” sobre diferentes cosas para que cada uno haga su propia interpretación y luego pueda hablarlo y afirmarlo como si se tratara de un simple comentario?
Cada medio es dueño de su propia verdad y muestra su propia realidad. Pero no olvidemos cual es el verdadero sentido de las palabras verdad y realidad. Quizás cada medio pueda brindar diferentes versiones basándose en determinadas fuentes, pero nunca va a poseer la verdad sobre ningún hecho, pues la verdad reside en la esencia de las cosas y no en los accidentes, que es lo que nos muestran de una manera fugaz los medios de comunicación.
Hoy en día es fácil de observar que los medios de comunicación son los líderes de las ideologías de los hombres postmodernos. Años atrás nadie hubiese pensado, por ejemplo, en aprender a realizar un hechizo de amor a través de un mensaje de texto, sin embargo hoy en día los medios suelen ofrecerlo constantemente y desgraciadamente el hombre postmoderno suele comprar cada oferta que ve.
Analicemos al hombre postmoderno.
Este tipo de hombre se rige por el capitalismo económico (tener más significa ser mejor), no cree en ningún tipo de Dios o en una vida espiritual, profunda e interior, no pretende un progreso, vive atado al presente, disfruta de los placeres inmediatos, sigue los estereotipos, es determinista y pretende saber de todo un poco pero no mucho de un solo tema.
Analicemos ahora los medios de comunicación.
Los medios atacan constantemente al hombre para que compre artefactos que evidentemente no necesita. Prácticamente no existen programas culturales, religiosos o de debate. Las publicidades promueven el actuar hoy sin pensar en lo que el día de mañana pueda suceder. Llueven las ofertas para cambiar nuestros cuerpos y lograr la “perfección” que los estereotipos nos muestran. Se ofrecen cambios mágicos y eternos, consejos infalibles y manuales de cómo tener una vida sin preocupaciones con sólo enviar un mensaje de texto o hacer una llamada. Existen “magazines” que tratan temas como; a quien votar en el momento de las elecciones, la salud del bebé recién nacido, las últimas novedades de el reality show de moda y charlas con especialistas de todo tipo (psicólogos, sociólogos, médicos, etc.). Es decir que, programas como estos, tratan temas que poco se relacionan entre ellos, e intentan mostrar de todo un poco y terminan mostrando nada, ya que no existe una charla con detenimiento y profundidad sobre ninguno de los temas, porque además de la GRAN variedad de temas a tratar, el tiempo nunca alcanza para ello. Como se suele decir: “El tiempo en la televisión es oro”. Oro para los medios de comunicación sin duda.
Es obvio que no se trata de ninguna casualidad que las características del hombre postmoderno coincidan con las de los medios de comunicación. Pero ¿significa esto que los medio son un mero reflejo de la sociedad?
No, de ninguna manera. Es totalmente a la inversa. Son los medios de comunicación quienes marcan las características del hombre postmoderno y crean una nueva ideología que este se empeña en seguir y defender. El hombre postmoderno, caracterizado por su pensamiento débil, se deja llevar por lo que se le muestra y no se detiene a reflexionar. Es de esperar que el día de mañana los medios se empeñen en crear una nueva característica del hombre postmoderno y que este la acepte así sin más.

Una mera muestra de accidentes

Todos sabemos que el medio de comunicación con más difusión es la televisión, que, además de cumplir con una función ligada al entretenimiento, nos informa acerca de la “realidad”. Hagamos un stop en esta afirmación y preguntémonos ¿Qué significado tiene para el hombre postmoderno la realidad?
Para el hombre postmoderno la realidad es el conjunto de imágenes, interpretaciones y demás cosas que obtiene de diferentes medios de comunicación que acomodan la información como mejor les parece.
Podemos decir entonces que el hombre postmoderno ha perdido el verdadero sentido de lo que es la realidad, ya que la percibe a través de los accidentes que le distribuyen los medios.
El hombre postmoderno ha olvidado que la realidad, al igual que la verdad, reside en la esencia.

¿Que pretenden los medios?

Siguiendo con este análisis acerca de información efímera que los medios proporcionan, preguntémonos ¿Cuál es el fin de los medios de comunicación? ¿De que le sirve, por ejemplo, a una cadena de televisión, que el hombre postmoderno se mantenga informado a medias y, además, con afirmaciones que hasta quizás no son correctas?
Quizás a los medios de comunicación no les sirva más que para ganar dinero con las millones de ofertas que aparecen durante las emisiones. El problema reside en lo que se esconce detrás de los medios, es decir, quienes gobiernan la sociedad.
Recordemos que, como dijo Sócrates, “Conocimientos correctos llevan a acciones correctas”. Entonces una sociedad informada incorrectamente, que no llega a nunca a conocer la totalidad de las cosas, que no sabe profundamente acerca de nada y que no tiene la capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo, es obvio que accionará de manera incorrecta.
Es mucho más fácil para quienes gobiernan liderar a una sociedad que se maneja como una masa no pensante que a un grupo de individuos con un progreso intelectual y un conocimiento profundo de la realidad.
Está ahí la respuesta que buscábamos.


El síndrome de las pupilas lejanas

El hombre postmoderno, como ya lo dijimos antes, no puede ver más allá de la escasa información inmediata que se le brinda. Tomemos a esta falta de razonamiento, de análisis, discernimiento y detenimiento en lo que se ve como un síndrome y llamémoslo “el síndrome de las pupilas lejanas”.
Todos alguna vez hemos mantenido nuestra mirada fija en un punto y no hemos prestado atención a lo que sucedía a nuestro alrededor, mientras que nos encerrábamos en nuestra propia realidad para luego volver y no comprender nada de lo que había sucedido en nuestra “ausencia”. Quienes hemos visto a otras personas en una situación así sabemos que las pupilas se notan un tanto ausente, es decir, inmóviles y sin percibir casi nada.
Lo mismo sucede con el hombre postmoderno.
Sus pupilas se fijan en un punto, el que los medios de comunicación le muestran, y no perciben la verdad de la realidad que lo rodea. Se encierra en su propia realidad construida por una recolección de imágenes sin esencia. Cuando por fin alguien lo devuelve a la verdadera realidad, toda “su realidad” se desmorona y no comprende que sucedió mientras estuvo atento al único punto fijo que había aprendido a mirar.

Los síntomas nihilistas, las canciones en tonos menores

Dos puntos interesantes para analizar de la sociedad postmoderna son el nihilismo y el pesimismo.
Nihilismo es la falta de valores supremos, la contestación a los porqués de los hombres, la falta de objetivos o metas a alcanzar, el pensar que todo termina en la nada.
El hombre postmoderno tiene un comportamiento evidentemente nihilista. No existe Dios alguno que le indique como vivir, no existe nada más allá de lo que el pueda ver o sentir, no existen cuestionamientos, no existe nada más allá de la muerte, se liga al presente sin importarle su futuro, no pretende un progreso.
El mantenerse con los ojos fijos en un punto sin capacidad de reflexión, lo que hemos dado por llamar el síndrome de las pupilas lejanas, hace también que el hombre se convierta en un ser pesimista.
Miles de problemas acechan hoy en día al hombre, y los medios de comunicación insisten en hacérselo saber constantemente. Un hombre que vive pendiente del calentamiento global, de la tala indiscriminada de árboles, de la economía en crisis de su país, de la inseguridad, la incompetencia de los gobernadores y las guerras, entre otros temas de gravedad, no tiene posibilidad alguna de escapar de la supuesta realidad devastadora que lo rodea y vivir para si mismo en una plena relación con los demás.
Lo que sucede realmente es, que en su afán por informar fugazmente al hombre, los medios de comunicación generan un gran pesimismo en la sociedad, y de ninguna manera discuten sobre las posibles soluciones a la gran variedad de problemas que existen en el mundo.

Un médico sin estetoscopio

Existen médicos para la curación del síndrome de las pupilas lejanas, quizás muchos más de los que conozcamos o veamos.
Estos son aquellas personas que no se agrupan bajo las características del hombre postmoderno, aún viviendo contemporáneamente con él. Estos médicos poseen la capacidad de traer de vuelta a la realidad a aquellos que sólo pueden mirar a un punto fijo. Es decir, que pueden “deshipnotizar” al hombre de los efectos de los medios de comunicación y pueden lograr que éste se tome el tiempo para reflexionar, abarque cada tema con la profundidad y la seriedad necesaria, y principalmente que reconozcan el efecto que los medios tuvieron anteriormente con ellos.
El verdadero fin de estos médicos (que sin duda son minoría) es, además de acabar con el efecto de los medios sobre la sociedad, convertir en nuevos médicos a aquellos que alguna vez padecieron del síndrome de las pupilas lejanas, para que poco a poco los medios pierdan poder y se pueda dar paso a una nueva era, marcando el fin de la postmodernidad.
El problema de estos médicos reside en que no siempre existen las herramientas necesarias para tratar a sus pacientes. Y hablamos de herramientas indispensables, como lo es un estetoscopio para un médico.
El estetoscopio de este tipo de médicos es sin duda alguna la educación.
Pensemos ahora ¿es probable que existan los medios adecuados para que estos médicos, siendo una minoría, desarrollen la posibilidad de cambio en los afectados por los médicos?
La respuesta es altamente previsible. No. Son pocos los casos en los que estas personas logran sacar los ojos de los “enfermos” de su punto fijo, tanto porque los enfermos se niegan a ser curados o porque no existen los medios adecuados para que estos médicos lleven a cabo las acciones necesarias para educar.
De todas formas, existe un mínimo porcentaje de médicos-educadores que sí pueden llevar a cabo su tarea. Si no fuera de este modo, ésta minoría se hubiese extinguido ya.
Sin embargo el hombre postmoderno sigue superando en número al hombre “curado”. El hombre postmoderno avanza como una epidemia; rápida y mortalmente, acabando con toda posibilidad de progreso y conocimiento profundo e intelectual, creando nuevos hombres que apoyan la ignorancia y tienen una visión nihilista del mundo que los rodea.
Es necesario entonces estar predispuestos a curarnos de nuestro síndrome de pupilas lejanas para ganarle a la postmodernidad.

El tercer tipo de hombre; el que elige la pastilla azul

Ya hemos visto a dos tipos de hombres. Por un lado tenemos al típico hombre postmoderno, el que actúa bajo la presión del síndrome de las pupilas lejanas. Por otro lado tenemos al hombre médico, encargado de curar este síndrome, que convive con los hombres postmodernos en la era de la postmodernidad sin caer en el efecto que los medios intentan crear sobre él.
Pero queda aún un tercer tipo de hombre para analizar, el que sufrió una recaída.
Este tipo de hombre fue curado, en algún momento, por un médico de su síndrome de pupilas lejanas, pero, sin embargo, volvió a enfermarse.
Resulta esto extraño, ya que si el fin del médico era hacer que su paciente reconozca el efecto de los medios y no vuelva a caer en ellos ¿Por qué existe este tercer tipo de hombre? ¿Será acaso un mal desempeño del médico?
La respuesta es no. Un médico cuando hace su trabajo lo hace correcta y completamente, es decir, se aseguran de que el paciente reconozca ampliamente el efecto de los medios y pueda escapar de él. Lo que sucede en este caso, es que el mismo hombre, a pesar de éste reconocimiento, elige volver a caer en el efecto de los medios.
Sí, aunque parezca extraño. El tercer tipo de hombre elige volver a caer en el síndrome de las pupilas lejanas.
Como en la película “The Matrix”, este tipo de hombre, una vez revelada la realidad en la que deberá vivir, elige tomar la pastilla azul, es decir, aquella que lo devolverá a su vida habitual en la Matrix, o en este caso, padeciendo del síndrome de las pupilas lejanas.
Muchos se preguntarán porque decide hacer esto y vivir engañado.
Quizás sea porque esto le exige menos preocupaciones, menos reflexiones y le proporciona más placeres directos y fáciles de alcanzar. Simplemente porque todavía no está preparado para vivir en la realidad, o no quiere ser uno de los primeros en sobresalir de la masa no pensante que es la sociedad de hoy en día.
Siguiendo los pensamientos de Platón, podemos decir que al tercer tipo de hombre le falta el carro alado. Es decir, no tiene un conductor que lo guíe hacia la razón, un caballo blanco que maneje su voluntad de salir del síndrome de las pupilas lejanas, ni un caballo negro que maneje su deseo de progreso.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen Tp te queria salvar de tus 0 comentarios ja. Mi pregunta es si habra mas tipos de hombres hoy en dia

Anónimo dijo...

Mele: Nunca más me hagas leer tanto tengo el síndrome de las "pupilas doloridas"!! Empezar la facultad me parece que te hizo mal... ¡Cuánta seriedad! Sin embargo debo admitir que estoy tristemente de acuerdo... Nos queda mucho por reflexionar así que no escribas más hasta Septiembre más o menos!
Belén.

Anónimo dijo...

coincido con mi hermana... por favor... donde esta esa pastillita azul? hace rato q la estoy buscando!! quien la vende??... a mi nunca me dieron la opcion, loco!! ele

Anónimo dijo...

jajajaj me encanto el pelotudos!

estuvo bueno(?

Santiago Felipe Rodríguez Linares dijo...

Hey niño pero qué trabajo más maravilloso, la verdad la postmodernidad es algo que me ha venido incomodando desde que la conocí, es decir, desde que dejé la etapa escolar, y en verdad que es imposible adaptarse a ella, las nuevas industrias exigen de nosotros ser más consumistas y autómatas a la vez, la gente y esa aberrada fascinación por el dinero limita las posibilidades de aquellos que tienen grandes virtudes, pero que lastimosamente se ve interrumpido por la necesidad de la subsistencia, si vos lo pensás, más de medio población económicamente activa vive trastornada, se siente insatisfecha consigo misma, y termina buscando instantes de placer y felicidad mediante los elementos que son consumidos constantemente por otros, y que aparentan cierto goce, el hombre virtuoso pierde también su capacidad de razonar y se lamenta por ello, y acude efectivamente a libros de autoayuda, atribuyéndose, marginándose a sí mismo, puesto que la globalización le considera no apto, muchos terminan realizando trabajos impensados cuando eran niños -trabajar en un call center, por ejemplo- y sus ideales se limitan a alcanzar la cima de donde se encuentran. La postmodernidad exige hombres multitareas y los hombres con pupilas lejanas, llegan a inventar falsos roles y actuar bajo falsas apariencias para conseguir lo que les es necesario. Uno de los grandes cuestionamientos de la psicología es darse cuenta que los individuos ya no son ellos mismos, viven sin identidad propia en una sociedad cosmopolita, las voluntades y los objetivos cambian constantemente; y todo esto bien pudo darse desde el momento en que Lutero clavara las tesis en la puerta de su Iglesia, desde el momento en que la gente dejará de creer, que sin necesidad de tener que ir a la tierra prometida, la vida en el mundo real ya no debería exigir tanto, el hombre se hizo libre de sus creencias religiosas, más no supo ahora qué hacer con esa libertad, proyectarse a plazo definido. Actualmente, el tiempo, que se ha transformado enemigo más letal de la sociedad, no permite proyectos a largo plazo, pues a tal plazo, terminamos todos muertos, los objetivos han de ser cortos, de tal forma que después de cumplidos siguiendo la buena voluntad y haciendo uso de la razón -elemento de discernimiento que aparentemente el hombre ha dejado de usar- puede lograr esa cuota de felicidad. El hombre de Occidente es un hombre racional y sentimental -pareciera más lo último que lo otro- y por ello no es ajeno -por más que lo desease- a las tradiciones occidentales, como son la Navidad y el Fin de año, son fechas que permiten hacer un balance de los logros alcanzados durante lo recorrido del año. Por eso en cierta forma, el individuo que vive alterado y en constante lucha con sus vecinos buscando superar relaciones de poderes, es el hombre al cual los días más largos y lamentables de sus vidas resultan ser los días 24, 25 31 de Dic. Allí el individuo se encuentra como el viejo mezquino de charles Dickens "un cuento de navidad". Considero que tenemos la obligación de volver al hombre a su estado de solemnidad, de altruismo, grandeza y de dicha, y evidentemente eso no lo ofrece la postmodernidad, eso es algo que ofrece no los libros de auto ayuda sino los clásicos: El Príncipe, la crítica de la razón práctica, libros fundamentales que deben ser tenidos en cuenta las 24hs del día, el resto de nuestras vidas, pues están escritos desde la más franca honestidad. A propósito, qué estudias? Me parece bastante interesante la perspectiva que tenés aunque en ciertas cosas no estoy de acuerdo, como eso de los médicos. Creo más bien que desde el conocimiento al que tenemos acceso estamos en la obligación moral de restituir las relaciones de comunicación, que el hombre se vuelva a sentir en el centro del mundo y que reconozca de un vez por todas que el consumismo es otro gran enemigo de la sociedad PD: Soy un hombre inútil, según me han dicho, más no he nacido yo para satisfacer los intereses de este siglo. Pues nací para ser caballero, tal es mi virtud y será la que deba desarrollar.